¿A quién quiero seguir? – Parte I

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Josué 24:1-5, 13-15

“Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os saqué. […] Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”

Sin conocer a Dios, lejos de alguna posibilidad de relacionarse íntimamente con el Altísimo, alejado de Sus promesas y sin relevancia eterna, así se encontraba Abraham antes de que el Señor lo buscara en Ur de los caldeos y le trajera a Canaán y le prometiera una descendencia que sería de bendición a todas las naciones (Gn 11:31 – 12:9).

Pero no solo fue lo que Dios hizo en favor de todos nosotros por medio de la descendencia de Abraham, pues de ahí viene nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Mt. 1:1); para Abraham ésta fue la oportunidad de ser salvo (Gn 15:6) y de llegar a conocer a un Dios para él antes desconocido, ya que él y sus padres adoraban a “dioses extraños” (v. 2).

Dios estaba cumpliendo Su plan de redención al incluir a Abraham y a su descendencia como instrumentos para el nacimiento de Jesús, y esto de alguna manera es lo que Josué estaba tratando de explicar a los israelitas en este momento (Jos. 24).

Josué estaba ya avanzado de edad, y entre varias cosas, les hace un recuento corto, pero profundamente significativo, de todo lo que Dios había hecho con Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos. Ahora ellos, los descendientes de Jacob, habían recibido lo prometido después de haber sido liberados poderosamente de Egipto y llevados por todo este tiempo bajo la protección y la mano de Dios (v. 1-13). Y es ante esta reflexión que les dice: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad… Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis.” (v. 14, 15).

Josué tenía claro a Quién adorar (“yo y mi casa serviremos a Jehová”), pero era necesario que el pueblo medite sobre todo lo acontecido para que en esta exhortación de avivamiento hagan un autoexamen propio de su compromiso con Dios y se consagren al Señor seriamente.

Este es un buen momento para que nosotros miremos en nuestra vida también y hagamos una introspección a nuestro compromiso con Dios. Si nos damos cuenta, nosotros también estábamos alejados de Dios adorando a otros dioses, alejados de la ciudadanía celestial, y caminado a la condenación. Fue Dios, Quien por medio de la predicación del evangelio nos rescató y nos ha dado perdón, vida eterna e identidad con Él. Ahora tenemos un futuro eterno maravilloso y podemos en esta vida decidir servirle a Él y cumplir con Sus propósitos.

Por qué no hacer una pauta en nuestra rutina, mirar a nuestra vida pasada, recordar el día que recibimos a Cristo cuando aún estábamos lejos de Dios, y analicemos si realmente estamos siguiendo a Dios o no, y hagamos una decisión sobre ese análisis, y ojalá podemos concluir como lo hizo Josué: yo y mi casa serviremos a Jehová.


Publicado por Ministerio UMCD - Lengua de Señas

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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