Unas lecciones para el “rey”

El destino de una nación, de un pueblo o una ciudad, aún de una organización o del vínculo más íntimo como la familia, depende en gran parte del liderazgo de aquel a cargo. Sea un presidente, un gobernador, un alcalde, un gerente, el propietario de un negocio, sobre todo, el rumbo de un hogar, está a cargo de un líder.

¿Hay alegría por la justicia?

Comprometámonos a actuar justamente siempre, no importa en donde estemos desarrollando nuestras actividades, seamos motivo de alegría y fuente de bendición para otros. Oremos por aquellos que obran bien en algún cargo público y demos gracias a Dios por ellos; y pidamos, para que aquellos que obren mal cambien su comportamiento o dejen su cargo para alguien piadoso que pueda bendecir a todos por sus buenas acciones.

Influencia positiva

Con la ayuda de Dios, y tal como lo han hecho todos aquellos que han servido al Señor, debemos comprometernos primero a vivir esa vida de obediencia para después enseñarla. Si nosotros no sabemos lo que ello significa, menos vamos a poder enseñar lo que es.

¿A quién quiero seguir? – Parte II

Josué, para ayudar al pueblo, puso una piedra como recordatorio de ese compromiso, quería que no se olviden de lo que habían dicho (v. 25-27). Nosotros también debemos tener algo o alguien quien nos recuerde el compromiso que hemos hecho ante el Señor.

¿A quién quiero seguir? – Parte I

Por qué no hacer una pauta en nuestra rutina, mirar a nuestra vida pasada, recordar el día que recibimos a Cristo cuando aún estábamos lejos de Dios, y analicemos si realmente estamos siguiendo a Dios o no, y hagamos una decisión sobre ese análisis, y ojalá podemos concluir como lo hizo Josué: “yo y mi casa serviremos a Jehová.”

¡Hay que esforzarnos!

La obediencia requiere de esfuerzo porque necesitamos estirar nuestra voluntad hacia la voluntad de Dios, o de recortar o limitar nuestra voluntad al pecado. Si bien nosotros solos no podemos, dependemos del Espíritu Santo para poder vencer a la carne, somos nosotros quienes necesitamos dar ese esfuerzo voluntario de querer permanecer dentro de la voluntad de Dios para no desobedecer. Es una lucha intensa entre mi naturaleza pecaminosa y la voluntad del Señor.

No emita juicio sin fundamento

Tal vez usted se ha encontrado en esos embarazosos momentos también, cuando por equivocación fallamos, y no nos detuvimos sino hasta que nos dimos cuenta del error, pudiendo incluso llegar a causar perjuicio por error.

Por tu bien erradica la maldad de ti

La necesidad de santificación es enseñada en toda la Palabra de Dios, y Ésta nos llama a que, si es necesario, echemos fuera de nosotros (figurativamente) aún nuestros ojos o manos, si el pecado nos está afectado (Mt. 5:29-30).

¿Consagrarlo a Dios para ser destruido?

Dios es santo y justo, sus caminos rectos, y sus propósitos eternos; seguirle a Él demanda entender que el Señor sabe lo que hace, y nosotros debemos honrarle con nuestra obediencia plena, no a medias.

Una fe que salva

Lo único que nos pueda otorgar perdón es la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe. La fe nos justifica (Ro. 5:1), nos otorga el perdón (Hch. 26:18), nos da vida eterna librándonos de la condenación (Jn. 3:16-18, 36), y nos permite entrar en la familia de Dios (Jn. 1:12).

Una fe colectiva

Solamente una fe colectiva los llevó a desarrollar una obediencia colectiva. Muchas veces en las iglesias o en cierto grupo de personas que están sirviendo a Dios no se observa esa fe en conjunto, una fe que pudiera hacer mucho en favor del servicio al Señor. Tal vez seamos nosotros mismos quienes no favorecemos a esa fe contagiosa entre los demás.

Somete tu voluntad al “Príncipe”

Aunque la batalla parezca perdida o el método poco tradicional, lo que el Señor nos diga nos guiará a la victoria, pues Suya es la batalla y Suyos la sabiduría y el poder. ¡Sometamos nuestra voluntad al “Príncipe”!

Cuarenta años de cuidado

Dios no solo los sostuvo con la ropa (Dt. 29:5), ni solo les ayudó en las batallas, no tan solo fue su guía de día y de noche, sino que Él les mantuvo con agua y alimento por todo el tiempo que estuvieron deambulando por el desierto; los israelitas vieron la mano de Dios por cuarenta años sin cesar, ¡qué gran cuidado!

Reencontrémonos con nuestra identidad

El que yo lleve una cruz en una cadena no me hace realmente un cristiano de comportamiento, solo hace ver a las personas que creo o conozco de la obra de Jesús en la cruz, por dar un ejemplo. Pero cuando yo miro a esa misma cruz en mi cuello, y entiendo lo que realmente esto significa para mi vida eterna, entonces eso sí afecta mi conducta ante Dios y los demás.

Hasta el más osado enmudece

Si Dios le está llamando a seguirle en algo que solo Él se especializa en hacer, entonces de seguro que muchos miraran pasmados lo que Él hará, pero debemos creerle para obedecerle. Permita que todos a su alrededor glorifiquen en Nombre de Dios.