Reencontrémonos con nuestra identidad

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Josué 5:2-9

“En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.”

Aunque nuestra propia identidad está marcada por quienes somos física, mental, emocional y espiritualmente; en todo lugar, para poder comprobar quienes somos, se nos solicita una identificación para que podemos certificar nuestro nombre. Muchas de estas identificaciones tienen nuestra fotografía, mientras que otros son documentos muy personales con información de seguro social, de identidad, fecha de nacimiento, etc.

Estos documentos no modifican o llegan a influenciar en nuestro comportamiento, solo ayuda a otros a comprobar nuestra identificación social. Pero el valor que tienen estos documentos es muy importante, porque dan información de quienes son nuestros padres, nuestro lugar de nacimiento, rasgos físicos generales, nuestra nacionalidad, estado civil, etc. Nos recuerdan nuestro origen y condición.

Con todo ello, para que otros lleguen a conocer realmente quiénes somos mental, emocional y espiritualmente, tienen que pasar tiempo con nosotros para que sepan nuestra manera de pensar, cómo respondemos emocionalmente a los factores externos, y nuestros valores de creencias. Eso es lo que realmente nos identifica.

El que yo lleve una cruz en una cadena no me hace realmente un cristiano de comportamiento, solo hace ver a las personas que creo o conozco de la obra de Jesús en la cruz, por dar un ejemplo. Pero cuando yo miro a esa misma cruz en mi cuello, y entiendo lo que realmente esto significa para mi vida eterna, entonces eso sí afecta mi conducta ante Dios y los demás.

Dios estaba por obrar para que Israel tome posesión de lo que por promesa era de ellos (Éx. 33:1-2), pero antes de que el pueblo enfrente las batallas de la conquista, Él quiso asegurarse que cada hombre supiera por «marca corporal» quienes eran ellos espiritualmente hablando. El Señor no quería que ninguno continúe sin que recordaran que Él los había escogido y que los había librado de Egipto. El propósito era mantener la identidad espiritual marcada en sus carnes para que vivan adorándolo a Él.

En el pacto que Dios había hecho con Abraham años atrás, el Señor le había pedido a Su siervo que circuncidara toda su casa, desde el más grande hasta el más pequeño de ellos, desde los ocho días de nacido. Esta marca era la señal del pacto, el recordatorio de que Dios los había escogido (Gn. 17:1-14). Ahora, como no todos habían sido circuncidados desde que salieron de Egipto (v. 5, 7), Dios le pide a Josué que circuncidara a todo varón para que no olviden quienes son (v. 2), y para que ellos recordaran todo lo que Dios hasta ese momento había hecho, al librarlos del “oprobio de Egipto”, o sea, de la esclavitud (v. 9). Todos ellos eran una nueva generación y tenían que recordar su identidad espiritual.

Hoy en día, no estamos obligados a ser circuncidados, pues nuestra identidad ya no está bajo la ley de Moisés, sino bajo la Ley de Cristo (1 Co. 7:18-19; Ro. 4:9-12; Gá. 2:3-10; 5:2-12; Fil. 3:2-3). Pero siempre es bueno mirar hacia nuestra identidad en Cristo, y recordar que ahora no debemos circuncidar nuestros cuerpos, pero si nuestros corazones por medio de la fe (Dt. 10:16; Jer. 4:4; Ro. 2:29; Col. 2:13), y con ello honrar a Quien nos libró del “oprobio de Egipto”, es decir, del pecado y de la condenación.

Publicado por Ministerio UMCD - Lengua de Señas

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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