Una insignia del creyente

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1 Corintios 11:17-19

“Pero al anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.”

  1. Solamente unos versículos atrás Pablo estaba alabando a los hermanos en la iglesia por recordar sus enseñanzas (1 Co. 11:2), pero ahora el maestro iba a exhortarles por problemas internos entre creyentes y no creyentes dentro del grupo mismo de la iglesia.
  2. Aunque no se menciona los problemas que estaban generando la división, esto estaba generando gran inquietud, aun para el mismo Pablo que escuchaba a la distancia lo que sucedía.
  3. Pablo aclara que las dificultades ayudan a revelar el verdadero corazón de las personas dentro de la iglesia y ayudan a comprobar a quienes eran creyentes verdaderos y maduros de aquellos que no eran creyentes, o si lo eran, no habían madurado y estaban actuando en la carne.
  4. La realidad de que dentro de las congragaciones no todos los asistentes sean creyentes es cierto en el día de hoy también, y eso nos debe siempre mantener alertas para cuidar del rebaño.

Todo creyente al nacer de nuevo debe manifestar con su comportamiento el resultado de ese cambio eterno en la naturaleza espiritual que recibe en su vida desde el primer día de su conversión (2 Co. 5:17). No olvidando que cada uno venimos de una naturaleza pecaminosa en donde estábamos muertos de forma espiritual (Ef. 2:1, 2), y por lo tanto sin posibilidades de cambio hasta entonces.

Pero ya después de adquirir por gracia esta nueva naturaleza todos debemos iniciar el proceso de madurez o crecimiento, proceso que nos ayudará a fortalecer nuestro comportamiento espiritual y nos alejará más del comportamiento pecaminoso. Aunque seamos nuevas criaturas, el cambio hacia un carácter piadoso toma tiempo y esfuerzo.

La ira, los pleitos, el egoísmo, el odio, el rencor, la mentira, el orgullo, etc. son manifestaciones del pecado que afectan nuestra manera de comportarnos con los demás, y mientras ello exista en la iglesia los problemas no dejarán de existir. ¡Por eso es urgente que todos crezcamos ya!

Pero también existen la presencia de personas que no son creyentes, aquellos que siguen sin ser salvos y que están muertos a la vida espiritual. En quienes las manifestaciones del pecado son evidentes, aunque ellos muchas veces ni se den cuenta, y que, por estar muertos espiritualmente, pueden ser fácilmente usadas por el “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2) como “cizaña” para destruir la obra de Dios (Mt. 13:24-30).

El gran problema que generan las divisiones es que puede causar dolor y pérdida. Muchos creyentes en crecimiento al ver los problemas en la iglesia salen heridos observando un conflicto serio en la iglesia, y esto los desalienta, o ellos mismos llegan a ser directamente heridos. Pero en otros casos, esas “disensiones” generan separación definitiva de los grupos, dando origen rupturas insalvables, y otras veces a cultos o sectas.

Si bien, los problemas nos ayudan a ver el sincero corazón de cada persona en la iglesia, estas divisiones pueden dejar profundas huellas que pueden destruir la obra de Dios, por tanto, todos los creyentes debemos estar atentos a estos eventos y cuidar por el bienestar de toda la congregación para que la obra de Dios no sea afectada.

Publicado por Ministerio UMCD - Lengua de Señas

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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