1 Corintios 7:1-5
“En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.”
- Aparentemente había algunas inquietudes de parte de los hermanos en Corinto que fueron presentadas por carta a Pablo referente al matrimonio, la soltería, y las relaciones sexuales (1 Co. 7:1). Y como Pablo había estado hablando de las fornicaciones (1 Co. 5:1-13; 6:12-20), ahora entraría a tratar esas inquietudes muy importantes.
- Para evitar las tentaciones que trae la soltería, Pablo recomienda que las personas lleguen a casarse para que así no lleguen a cometer el pecado de la fornicación (1 Co. 7:2). Como se referirá más adelante, la soltería tenía una ventaja sobre el matrimonio, y era el poder servir con mayor disposición a Dios, y por eso inicia recomendando que mejor fuese no estar casado ni “tocar mujer” o tener sexo. (1 Co. 7:1, 32-35)
- Para dar respuesta a las inquietudes, Pablo escribe que el cónyuge debe cumplir su rol de esposo/a cumpliendo con su pareja el tener relaciones sexuales.
- El problema que se presentaba era que una de las partes se negaba a tener relaciones sexuales con su pareja, y ello llevaba a que la pareja buscara fuera del matrimonio el tener sexo, llevando al pecado de la fornicación, específicamente el adulterio.
- El no negar el cuerpo quiere decir que no debería considerar su cuerpo como suyo nada más, sino como parte de la pareja, y que la pareja pudiera tener relaciones sexuales con aceptación de su cónyuge sin privaciones. (1 Co. 7:4)
- La única razón por la que se debería poder llegar a negar el tener relaciones sexuales sería porque ambos han destinado un tiempo para dedicarse a la oración. Pero que deben tener cuidado de no abstenerse por mucho tiempo, pues ello puede provocar tentaciones por la incontinencia.
Considerando que la base del matrimonio es el amor, Pablo nos hablará más adelante que el amor no es egoísta ni hace algo indebido, antes es bueno (1 Co. 13:4, 5); y considerando estos principios, las relaciones sexuales deben ser consideradas de la misma manera.
Si bien el acto físico de la relación sexual está relacionado mucho con la parte biológica del cuerpo, también se debe mirar la entrega en el acto sexual como un acto basado en el amor del uno al otro. Por este motivo Pablo indica que quien tiene “potestad sobre su propio cuerpo” no es la persona misma, sino la pareja (1 Co. 7:4).
Las relaciones sexuales deben ser tratadas como un regalo u entrega basada en el amor entre los cónyuges. Cuando uno de ellos desea tener sexo, su pareja debe entregar su cuerpo por amor, y su cónyuge debe tomar esa entrega en amor.
Cuando la pareja desea tener sexo mal haría la otra parte negarse. Ya no se pertenecen a sí mismos, sino, el uno al otro. El llegar a ser una sola carne implica esa relación de entrega plena (Mr. 10:8). La continencia solo debería ser dada en mutuo consentimiento, pero cuando la pareja desea tener relaciones, el cónyuge debe entregarse en amor para evitar problemas por la insatisfacción sexual que pueden derivar en tentaciones, y posibles pecados del cónyuge.
El acto sexual es un regalo dado por Dios al matrimonio, y como tal, se debe honrar ese don con respeto, amor y entrega del uno al otro.
