El pasaje en Proverbios nos recuerda lo peligroso que son los labios de una mujer que puede arrastrar a un hombre al pecado (v. 3-5), su vida, por estar guida por la sensualidad, es inestable (v. 6). Cuando una persona se entrega a la lujuria, entonces pierde la fuerza para la toma de decisiones, lo que generalmente puede llevarle a pérdidas aún mayores (v. 7-11; Comp. Jue. 16:4-22). Pero este problema no está afectando solo a los hombres, también a las mujeres hoy en día, y en un elevado grado.
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El matrimonio y las relaciones sexuales
Considerando que la base del matrimonio es el amor, Pablo nos hablará más adelante que el amor no es egoísta ni hace algo indebido, antes es bueno (1 Co. 13:4, 5); y considerando estos principios, las relaciones sexuales deben ser consideradas de la misma manera.
La esclavitud del pecado sexual
El poder que tiene el pecado sexual se basa en que afecta todo nuestro ser. El cuerpo halla una satisfacción temporal pecaminosa muy fuerte (He. 11:25), ya que el sexo fue una actividad dada por Dios para que lo aproveche el hombre dentro del matrimonio. Pero cuando el sexo se da fuera de la relación matrimonial es pecado, pero las reacciones químicas que se generan en el momento del acto sexual son muy intensas, y por tanto pueden esclavizar a la persona.
Viviendo en una sociedad “sensual”
Debemos como iglesia tratar los temas con firmeza y amor. Pablo nos recuerda que, si hay pecado inmoral dentro de la iglesia se debe tratar pronto y no permitir que esta inmoralidad entre como “levadura” en el Cuerpo de Cristo, antes se debe eliminar si es necesario estos problemas que dañan mucho la concepción de la santidad. Y Pablo nos hablará de ello en los siguientes versículos.