Si nos acercamos a Dios y le pedimos que nos limpie nuestros pecados vamos a anhelar vivir una vida con un corazón en santidad, un corazón santo ante los ojos de Dios, un corazón que solo puede llegar a tener esta santidad mediante la guía del Espíritu Santo.
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¿Qué dijo Jesús para impactar a tantos?
¿Cuáles fueron sus palabras para que la historia del mundo se dividiera en dos, para que hombres menospreciados y humillados se convirtieran en valientes luchadores por el amor y la reconciliación que Jesús testificó durante su ministerio?
¿Cómo conseguir una mejor relación con Dios?
En forma general, esa “comunión íntima” se la consigue con la obediencia a Dios. La relación de amor que manifestamos cuando le obedecemos es lo que nos lleva a una comunión más cercana con nuestro Padre amoroso y Su Hijo Jesucristo (Jn. 14:15-23).
¿Quieres conseguir algo más valioso que el oro?
No hay riqueza que se compare con la “sabiduría”, pues ella brinda más que riquezas, trae una vida provechosa en todo sentido; razón nos dice que es “bienaventurado el hombre” que la “halla”.
¿Cómo conseguir provecho de la disciplina?
Generalmente la corrección viene acompañada de dolor o pérdida de algún sentido, lo que puede generar desánimo o sufrimiento, cuando la pérdida es irreparable o el dolor como consecuencia del pecado es prolongado. Debemos recordar que esta instrucción a la larga beneficia a la persona porque le motiva a vivir en santidad y a apartarse del mal (He. 12:10-11).
Por tu bien erradica la maldad de ti
La necesidad de santificación es enseñada en toda la Palabra de Dios, y Ésta nos llama a que, si es necesario, echemos fuera de nosotros (figurativamente) aún nuestros ojos o manos, si el pecado nos está afectado (Mt. 5:29-30).
¿Consagrarlo a Dios para ser destruido?
Dios es santo y justo, sus caminos rectos, y sus propósitos eternos; seguirle a Él demanda entender que el Señor sabe lo que hace, y nosotros debemos honrarle con nuestra obediencia plena, no a medias.
Vamos a seguirlo en santidad
Si realmente queremos seguirlo, debemos hacerlo honrando Su santidad y Su Nombre. Es el momento de consagrarnos a Él, de postrarnos en reverencia ante Su presencia, y comprometernos a seguirle en santidad, para que así también podamos ver sus “maravillas entre (nosotros)”.
El pueblo necesita líderes consagrados
En todas la Escrituras vemos el valor que la consagración del líder tiene en la relación de este con Dios y con Su pueblo. Los éxitos o derrotas del líder marcan los éxitos o derrotas del pueblo también. La manera como el líder se relaciona con Dios va a ser un valor fundamental en la manera como el pueblo se relaciona con Dios también.
“Sabor” a arrepentimiento
El cambio que genera Dios siempre es genuino y no solo lleva a la persona a buscar la santidad, haciendo que aborrezca al pecado que comente, sino que busca a toda costa restablecer el daño causado a los demás también. La restitución debe ser completa para evidenciarse ese arrepentimiento.
¿Qué impide que nos relacionemos con Dios?
La historia de Isaías lo ilustra perfectamente y nos deja ver la santidad de Dios, el hecho de que Él es “otro”, diferente de todos nosotros en un sentido moral y en su naturaleza, que es perfecto, puro y por eso está obligado a rechazar el pecado y la imperfección, lo cual es la razón por la que hay un “abismo espiritual” entre Él y nosotros.
¿Tienes problemas judiciales con Dios?
¿Te imaginarías un juez que además de dictar sentencia contra el culpable, es capaz de cumplir la sentencia que Él mismo le impuso?
Viviendo en coherencia a la esperanza
El creyente que realmente conoce a Dios y reconoce el sacrificio de Cristo sabe que lo menos que Dios espera y merece de nosotros es nuestra consagración. El entendimiento que la eternidad con Dios nos espera es motivo para vivir en función a ello. Recordemos que lo que sembramos ahora se cosechará en el cielo, y que nuestra vida debe ser un reflejo de nuestra creencia de quien es Dios, de la redención en Cristo, y de lo que esperamos en la eternidad. Esto dejará un impacto positivo en quienes nos miran a nuestro alrededor.
¡Ay de mí, porque he visto a Dios!
Por Su santidad, no hay ser humano que lo vea y pueda sobrevivir (Ex. 33.20). Porque Su santidad se nos aproxima como una sombra que nos amenaza y nos consume. Él no tolera nada impuro, pecaminoso e imperfecto; y eso es exactamente lo que somos nosotros.
Dios es único
Nuestra idea de Dios dista mucho de la verdad, algunos creen que Dios es como un anciano bonachón, qué pasa por alto todo lo injusto y al que se le puede menospreciar y rechazar cada vez que se quiere; no, el hecho de que Su amor y misericordia sean tan grandes no significa que su santidad y justicia sean eliminadas.