¿Cuáles fueron sus palabras para que la historia del mundo se dividiera en dos, para que hombres menospreciados y humillados se convirtieran en valientes luchadores por el amor y la reconciliación que Jesús testificó durante su ministerio?
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Convirtámonos en cristianos “negociantes”
Todos los creyentes tenemos más que dinero para dedicar a la gloria de nuestro Dios. Si consideramos que toda buena dádiva viene de lo alto, como lo dice el libro de Santiago (1.17); hallaremos que hemos recibido mucho de nuestro Señor, y por eso somos llamados a administrarlo de la mejor forma posible.
Interacción en el reino
Actualmente cada iglesia local tiene su parte en el reino de Dios. Cada creyente y cada ministro tiene un papel que cumplir en los planes de Dios. Pero todos nosotros somos parte de un plan general, el del Señor. Aunque todos cumplamos funciones específicas dadas por nuestra ubicación y propósito, todos servimos a nuestro Soberano Dios.
Se requiere servicio íntegro
Dios llama a todos los creyentes a servir, y este privilegio no debe ser ignorado, antes recibido con humildad y gratitud. El Señor desea obrar por medio de nosotros para continuar con Su obra en la tierra antes de que Cristo venga, y este privilegio debe ser tomado como un honor.
La manifestación del Espíritu
Cada creyente ha recibido la presencia del Espíritu Santo para ser utilizado por Dios por medio de los dones dentro de la iglesia. Es la obra del Espíritu en medio del grupo de creyentes lo que edifica a la iglesia, y todos somos miembros de ella, por lo tanto, debemos participar en ella.
Construyendo en buena base
La Iglesia y la vida de cada creyente se basa en la verdad de Quién es Cristo, tanto como Dios, como por Su obra de Redención. Es en este “fundamento” donde descansa perfectamente nuestra fe. Pablo nos recuerda que la fe de cada creyente está firme “en Cristo”, pero que cada uno de nosotros debemos velar en la manera como sobreedificamos.
Colaborando con Dios
En nuestro crecimiento espiritual es igual, los créditos finales son de Dios, pero al pie de esa obra aparecen los nombres de todos los colaboradores que hicieron su aporte para lograr el trabajo final. Pablo y Apolo fueron esos colaboradores en la obra en la vida de la iglesia en Corinto.
Teniendo una fe como de “niño”
Muchos de nosotros podemos pasar por alto la importancia que existe el atender la necesidad espiritual de los más pequeños. Los niños, al igual que todos los jóvenes y adultos, tienen necesidades espirituales que deben ser atendidas.
De nuestro lado
¿Cómo miramos nosotros a personas que sin ser de nuestra iglesia local están sirviendo al Señor? ¿Cuáles podrían ser las verdaderas razones para diferenciarnos de otras personas? Pablo lo resumió de esta manera: “Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, en todos y vive por medio de todos.” (Ef. 4:5, 6)
La verdadera valía del servicio
No solo los discípulos, sino todos nosotros, vivimos en una sociedad donde la relevancia de una posición o estatus representa cierto privilegio. Entre más alto llega una persona, más valor aparente tiene. Pero no es así en el reino. Dios mira la humildad y la entrega en el servicio como más valioso.
Una pequeña “degustación” del reino
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento podemos leer grandes pasajes que nos habla mucho de lo bello que va a ser, y que tal vez nos enseña cierta cantidad todo su esplendor. Si bien, hay mucha enseñanza, la gloria de ese tiempo no podrá ser apreciada en su totalidad hasta que estemos todos presentes.
Siendo parte activa del reino
Todos los creyentes somos llamados a participar de esta obra, siendo instrumentos de Dios. Por tanto, todos tenemos el privilegio de ser parte de lo que Dios ha venido haciendo al incluirnos, pero también de lo que seguirá haciendo al invitarnos a participar de Su obra.
Dando valor a las relaciones
Muchos hemos puesto demasiado énfasis en nuestra familia terrenal cuando se trata de seguir a Dios y de hacer Su voluntad. Ellos se han convertido en un obstáculo para cumplir con nuestra obediencia. Y Jesús nos recuerda que tenemos que discernir apropiadamente cuando se trata de tomar decisiones.
Arrepentimiento y Fe son la “Clave”
«Todo tiene un tiempo, aún para arrepentirse ahora; pero llegará ese día en que se cumplirá el tiempo, y para arrepentimiento ya será tarde» -Ministerio UMCD-