Dependiendo cuál destino queremos alcanzar, debemos considerar cómo tomamos esas decisiones en la vida. Si deseamos ser bendecidos, entonces debemos buscar y depender de Dios siempre; pero si no queremos someternos a Dios, entonces tengamos en mente que nuestro fin puede ser ese “camino de muerte”.
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“Dime con quién andas…”
Desde muy pequeño escuchaba un refrán muy a menudo: «Dime con quién andas y te diré quién eres», y creo que muchos podrán entender el significado de este dicho fácilmente. Había otro similar que dice así: «El que con lobos de junta a aullar aprende». Ambos refranes expresan la idea de que la constante compañía de un grupo de personas moldea el comportamiento de uno.
El prudente es sabio de lengua
Para ser sabios debemos aprender a controlar lo que sale de nuestra boca, pedir a Dios que nos ayude a controlar el músculo de la lengua que es tan impredecible, y que muchas veces viene encendida con mucha maldad (Stg. 3:5-8). Entre más controlemos lo que decimos, y entre menos hablemos, aprenderemos a ser sabios, y será de bendición para todos mientras nos alejamos del mal.
¿Cómo convertirse en gozo de los padres?
Si queremos honrar a nuestros padres y traer alegría a sus vidas aprendamos a ser sabios, prudentes, escuchemos el consejo, y tomemos decisiones sabias, que no solo les alegrará a ellos, sino que nos traerá muchas bendiciones a nuestra vida. El necio solo traerá desconsuelo.
¿Hasta cuándo rechazas la sabiduría?
En la vida podemos observar ejemplos de personas que viven sabiamente y otros que no. Al mirar la vida podemos ver también las ventajas de hacer un uso apropiado de ella para nuestro beneficio o el perjuicio que acarreamos si no lo hacemos. Basta ver la vida de otros para conocer el valor que ella tiene, y, por lo tanto, ella está clamando para que la obtengamos, pero muchos la rechazan.
El inicio supremo para alcanzar sabiduría
La obediencia a Dios es una actitud que siempre me llevará a vivir alejado del pecado, a actuar siempre en función de lo bueno y provechoso para mi vida y la de los demás. Bajo este concepto, sabré que todo lo que haga no traerá malas consecuencias por una falla mía, mas bien, traerá prosperidad. Todo ese comportamiento entrará dentro de lo prudente y apropiado, y eso es vivir una vida que sobresale del mundo y que se resalta dentro lo mejor.
¿Estamos realmente firmes?
Como creyentes, debemos ser prudentes y humildes. La prudencia nos ayudará a actuar apropiadamente, mientras que la humildad no recordará de que todos podemos caer. En cambio, la necedad nos hará actuar sin cordura, y el orgullo nos cegará haciéndonos creer que somos invencibles ante las tentaciones.