La motivación es el amor

Cuando miramos hacia el sacrificio de la cruz, podemos encontrarnos con esta misma premisa. Dios, en su inmenso amor con que nos amaba, motivado por Su profundo deseo de rescatarnos, tuvo que realizar un acto que demandaba una acción incomparablemente grande, tenía que dar “a su Hijo unigénito” (v. 16).

Participando apropiadamente

Todos debemos ser buenos atletas para el Señor que corremos “en el estadio” de esta vida frente a un público que mira detenidamente nuestro desempeño apropiado, y de esta forma poder llevar el evangelio a toda persona sin que el pecado nos descalifique.

Un Padre protector y sustentador

Así como Dios nos cuida del mal, también nos provee todo lo que necesitamos, Él conoce nuestras necesidades y quiere que tengamos la confianza de que Él va a suplirlas para que, en vez de enfocar nuestras vidas en cubrirlas por nuestra cuenta, dediquemos tiempo a conocerlo y vivir con gozo en Él (Mt. 6.25-33).

La causa es ganar a uno

En un mundo cada día más cosmopolita, la necesidad que cada creyente mire a las personas que están sin Cristo como un alma sin esperanza, debe llevarnos al deseo de querer adaptarnos, dejando nuestras tradiciones o apreciaciones, para poder compartir el evangelio con aquellos que no conocen a Jesús.

No es iniciativa nuestra

Todo creyente debe entender que la predicación del evangelio debe ser llevada a cabo porque es una obligación que tenemos que cumplir ante Dios. A lo largo de la Biblia vemos una y otra vez que nos ha sido dada la responsabilidad de predicar “el evangelio a toda criatura” (Lc. 16:15). Esta responsabilidad nos debe impulsar a cumplirla a cabalidad.

Hablemos de amor…

El amor es el móvil más grande del ser humano, es el mayor motivador e inspirador de nuestra vida, lo que haces es el resultado de aquello que amas. Si lo que más amas eres tú mismo, tu vida girará entorno a ti, sí amas a tu familia por encima de todo, tu vida girará en torno a ella.

Motivados por la comprensión

El poder comprender todo lo que representa el ser llamados, el ser establecidos, y el ser impartidos con Su autoridad solamente nos lleva a una acción: “Responder favorablemente con motivación”.