¡Cuidado soberbio, viene tu caída!

Cuidémonos de la soberbia, reconozcamos cada día que realmente somos personas imperfectas y limitadas, que no debemos dejarnos seducir ni atrapar por la vanidad, porque entonces nuestro corazón comenzará a apartarse de Dios, y pidamos al Señor que nos guarde de ese pecado.