“Menos palabras y más acción”

Algunos solo pasamos orando por algo, pero no hacemos nada al respecto, y eso también puede hacerse vano si detrás de las oraciones no existe una verdadera intención de hacer algo si Dios nos diera la oportunidad.

El prudente es sabio de lengua

Para ser sabios debemos aprender a controlar lo que sale de nuestra boca, pedir a Dios que nos ayude a controlar el músculo de la lengua que es tan impredecible, y que muchas veces viene encendida con mucha maldad (Stg. 3:5-8). Entre más controlemos lo que decimos, y entre menos hablemos, aprenderemos a ser sabios, y será de bendición para todos mientras nos alejamos del mal.