La señal de un creyente

Un fruto que se evidencia cuando lidiamos con las persecuciones, aflicciones, pruebas, rechazo, burlas y deseos del viejo hombre; y que revela el poder del Espíritu Santo en nuestra vida.

¿Todos somos hijos de Dios?

La parábola del Sembrador nos da la base para responder esta pregunta, y aunque no resulta fácil comprender su mensaje a primera vista, gracias a Dios que los discípulos de Jesús le pidieron que se las explicara, porque si no hubiese sido así, tal vez seguiríamos pensando qué quiso decir con ella.

¿Por qué no entiendo la Biblia?

Pues las mismas Escrituras nos explican por qué algunos piensan de esa manera y no pueden entender las verdades espirituales que ellas enseñan.

¿Qué debo hacer para entender la Biblia?

No ha habido otro en la historia del mundo que pueda atraer a tantas personas como Jesús, que lo hacía no para entretenerlas o hacerlas sentir bien, sino para enseñarles las verdades de Dios, y confrontar con ellas sus vidas. Y aunque muchos eran puestos entre “la palabra y la pared” por la forma pecaminosa como se comportaban, aun así, le seguían y escuchaban.

¿Cómo pasar del anonimato a la fama?

¿Alguna vez nos hemos considerado personas comunes y corrientes?, pues a los ojos del mundo es posible que lo seamos; pero para Dios, somos receptores de su gracia, para vivir de tal forma que lo glorifiquemos y hallemos gozo mientras lo hacemos.

¿Cómo debo tratar el error involuntario?

¿Cómo debemos responder ante esos momentos? ¿Cuál debería ser nuestra reacción si nosotros somos quienes recibimos la ofensa? La Biblia nos enseña que debemos tener misericordia y gracia.

Reconoce y adora Su misericordia

Nunca debemos olvidar que Dios es un Dios perdonador, Quien se enoja ante nuestro pecado, pero que está presto a perdonar y a restablecer Su relación con nosotros. Reconocer Su misericordia es motivo de adoración. Dios es bueno, justo, paciente, amoroso. Nosotros también podemos presentarnos a Él con manos limpias y postrarnos ante Su presencia y adorarle por Su eterna misericordia en favor nuestro. Si últimamente ha pecado y a pedido Su perdón, recuerde que Dios ya le perdonó, ahora adórele por Su misericordia.

“Borrón y cuenta nueva”

Tenemos un Dios que sí brinda nuevas oportunidades, un Dios que está dispuesto a perdonar y darnos otra oportunidad cuando queremos hacer las cosas a Su manera. Si usted se siente afligido por algún fracaso o pecado, permita que Dios le restaure su confianza, mientras se arrepiente y adora a Dios, dele la oportunidad a que Él venga a su corazón y le ministre para que halle aliento y continúe su caminar con el Señor. ¡Es tiempo de un «borrón y cuenta nueva»!

Una fe que salva

Lo único que nos pueda otorgar perdón es la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe. La fe nos justifica (Ro. 5:1), nos otorga el perdón (Hch. 26:18), nos da vida eterna librándonos de la condenación (Jn. 3:16-18, 36), y nos permite entrar en la familia de Dios (Jn. 1:12).

Su “gracia” es todo lo que necesitamos

Cuando enfrentemos problemas, pidamos a Él que nos ayude a comprender el porqué de lo que sucede (2 Co. 12:8-9; Comp. Stg. 1:3-5), y entendiendo el propósito, aceptaremos con mayor agrado la respuesta que nos dé ante nuestra petición. En esa confianza, basado en la “gracia” de Dios, hallaremos lo que necesitaremos muchas veces para enfrentar las dificultades.

Dar es más que sólo suplir necesidades

No solo para quienes dan, sino para quienes reciben; cuando miramos bíblicamente todo lo que dar representa, nos damos cuenta que no solo es dar dinero a alguien, es algo muy sagrado, un servicio que Dios nos permite hacer o del que somos receptores.

Dios nos da para dar

Dios nos da para que demos, esta es la mejor parte de la enseñanza. Si nosotros somos conscientes de esta realidad, nos daremos cuenta que el Señor constantemente nos ha provisto a nosotros para que, administrando sabiamente los recursos recibidos de Él , los usemos con prudencia y diligencia.

Generosa, voluntariosa y alegre ofrenda

La ofrenda siempre es una buena manera de ayudar, y debemos dar gracias a Dios, quien nos permite ser de bendición usándonos como instrumentos de Su obra y carácter en favor de los demás; esto nos motivará a recordar que nuestro dar u ofrendar es para nosotros de gran bendición.

¿En quién confiaremos al dar?

El servir a Dios es una gran bendición que tiene también una gran responsabilidad. Cuando se trata de diezmos y ofrendas, las iglesias no debemos escatimar esfuerzos y medidas que vayan a prevenir cualquier inconveniente que pueda provocar daños muy grandes dentro de las congregaciones. Aunque todos los que sirven al Señor deben ser creyentes responsables, debemos recordar que todos seguimos expuestos al pecado, y por esto, debemos establecer pautas que eviten al máximo cualquier duda o inconveniencia.