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¿Cuál sería la mejor noticia que se te pudiera dar hoy? ¿Sería algo relacionado con tu familia, vida sentimental, trabajo o tu salud?
¿Qué crees que sentirías si esa noticia que esperas se te anunciara?
Un sentimiento mayor a ese es el que debería producirnos el evangelio de Cristo; de hecho, las Escrituras llaman evangelio a las buenas nuevas o buenas noticias en base a lo que Cristo significa para nosotros, y que recibimos a partir del testimonio de su vida, obra y enseñanzas.
Y aunque no lo valoremos así, Cristo es la mejor noticia que ha llegado al mundo porque sus enseñanzas son verdaderas, nos traen esperanza, reconcilian con nuestro Creador, garantizan salvación del pecado y nos aseguran inmortalidad.
Ya que Cristo es el evangelio (Mr. 1.1), necesitamos conocerlo, verlo a través del lente de quienes lo vieron, ser afectados por su obra y esperar con ansias la transformación que Él puede hacer en nosotros.
Uno de los hombres que lo vio y del que se nos habla en el evangelio de Marcos es Juan el Bautista, de hecho, Isaías profetizó acerca de él como el mensajero que prepararía el camino del Señor 700 años antes de que él comenzara su ministerio.
Marcos 1.2-3: “Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.”
Considerar esta profecía nos deja ver que la obra de amor y perdón de Dios para con nosotros fue planeada por Él desde mucho tiempo atrás; por eso preparó los tiempos, la línea de sucesos y el lugar, para que todo estuviera dispuesto para el momento cumbre de la encarnación del Hijo de Dios.
Pero, ¿Por qué Dios querría que alguien preparara al pueblo para recibir a Jesús?
Porque el que llegaría es el Señor, el Kyrios (en griego), el mismo al que Isaías vio en el trono, y al que adoraban los serafines diciendo: “Santo, Santo, Santo”, pero que luego decidiría humillarse para hacerse hombre e identificarse en todo con nosotros.
¿Qué hizo Juan para preparar el camino de Jesús?
Predicar el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados (Mr. 1.4).
Para sorpresa de muchos, él no preparó el camino del Señor mediante relaciones diplomáticas, ni reuniones con dirigentes judíos, porque el propósito de Jesús era solucionar el verdadero problema del mundo: el pecado.
El pecado es la razón de todos nuestros males (Ro. 1): corrupción, homicidios, mentiras, injusticias, pobreza y demás… mientras nuestro pecado no sea resuelto y no seamos librados de su poder, pasaremos la vida protestando sin lograr cambios significativos.
Así la predicación de Juan sobre el arrepentimiento de pecados empezó a manifestar el centro del problema humano.
Pero esta predicación no solo era una exposición de la verdad divina, también era un llamado al arrepentimiento, a entender el pecado y sus consecuencias delante del Dios Santo, y también buscaba que las personas le dieran un giro a su vida, demostrando un compromiso por no seguir viviendo de forma pecaminosa.
¿Qué tan convencidos estamos de que el verdadero problema del mundo es el pecado? Y ¿Qué tan agradecidos estamos con Dios por enviar a su Hijo para solucionarlo?
Celebremos el amor y la misericordia de Dios, porque es por Él que hoy tenemos las buenas noticias de Cristo y nuestro pecado fue perdonado gracias a su muerte en la cruz.
