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2 Corintios 13:11-14
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. Saludaos unos a otros con ósculo santo. Todos los santos os saludan. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”
- Pablo estaba concluyendo su carta. Para finalizar su misiva el apóstol exhorta a los hermanos a buscar la presencia de Dios bajo las condiciones de una vida de armonía y santidad dentro de la congregación.
- Recordemos que había habido divisiones dentro de la iglesia por muchos problemas causados por sus carnalidades, y ahora que Pablo iría, deseaba que todo lo que había generado controversia y fricciones se acabe. El propósito final de esa petición era para que “el Dios de paz y de amor” se manifieste entre ellos, y su comunión con Él sea evidente.
- Pablo quería que individual y colectivamente los creyentes practiquen el gozo, la santificación personal y colectiva, la consolación conjunta, la armonía a pesar de las diferencias, y la paz con todos. (v. 11)
- Además, él los anima a que siempre se manifieste afecto en el saludo comunitario. (v. 12)
- Esto traería la bendición de poder estar cerca de Dios, y esa comunión sincera traería una bendición muy grande al mantener el vínculo espiritual muy fuerte.
- Pablo termina anhelando que Dios los bendiga el acompañamiento de la gracia del Señor, que ellos puedan experimentar más el amor de Dios y que el Espíritu Santo se manifieste siempre entre ellos. (v. 13)
Cuando hay pecado en la iglesia, y las personas permiten que la carnalidad se manifieste ante las dificultades y los problemas interpersonales (Ga. 5:19-21), las divisiones son evidentes, generando una pérdida de comunión con los demás hermanos y con Dios (1 Jn. 1:6-8).
Mientras tanto, que, cuando la iglesia está creciendo espiritualmente y su comunión con Dios y con los demás es fuerte y evidente, la obra de Dios entre ellos se viva y poderosa.
Jesucristo, hablando a los discípulos les dijo que si lo amábamos a Él deberíamos obedecerle, y que, en esa obediencia, nosotros recibiríamos la manifestación de Su amor en nuestras vidas de una forma tangible (Jn. 14:21-23). Además, el mismo Señor nos mandó a que tuviéramos “amor los unos con los otros” para que el mundo conozca que somos sus discípulos (Jn 13:34-35). Eso quiere decir que si no lo obedecemos, entonces no tendremos comunión con Él, menos con los demás.
Pablo estaba enseñando al final de su Segunda Carta a los Corintios que la mejor manera de experimentar el amor y la paz de Dios en sus vidas era por medio de la presencia de relaciones amorosas dentro de los hermanos. El “gozo” les ayudaría a enfrentar las dificultades que vendrían. La perfección haría que entre ellos se manifieste madurez espiritual conveniente para relacionarse en forma piadosa con los demás. El consuelo permitiría a que aquellos que enfrenten problemas personales puedan ser alentados y afirmados por los demás en la iglesia. El tener “un mismo sentir” les ayudaría a enfrentar las diferencias buscando el consenso y la unidad de dirección. Y la “paz” traería quietud en medio de un mundo conflictivo. Esto ayudaría también en la manera como podrían reaccionar cuando se vean en la congregación al encontrarse y tengan que saludarse.
El Salmo 133 nos recuerda que es “bueno y … delicioso… habitar los hermanos juntos en armonía”, y nos confirma lo que Pablo les decía a los hermanos en Corinto, que es ahí donde Dios enviaría “bendición, y vida eterna”. (Sal. 133:1, 3)
¿Somos usted y yo entes promotores de la armonía en la iglesia, o somos parte de aquellos que solo provocan división, rencor y odio? ¿Qué podríamos hacer para generar o brindar gozo, perfección, consuelo, armonía y paz en nuestra iglesia?
