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2 Corintios 12:5-10
“De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
- La palabra «astheneias» que se utiliza en este pasaje para hacer referencia a las “debilidades” de Pablo puede traducirse como carencia de fuerza o enfermedades. Pablo utiliza esta palabra para referirse a que todas las limitaciones, pruebas y sufrimientos que ha enfrentado en el ministerio son causa de gloriarse (2 Co. 11:30; 12:5), y no en las experiencias únicas y maravillosas de las que ha sido bendecido, como haber visto el “tercer cielo” (2 Co. 12:1-4).
- Dios, en Su providencia, evitando de que Pablo llegase a exaltarse “desmedidamente” a causa de las revelaciones escuchadas en la visión, permitió que Satanás provocara algún mal, mismo que no se nos explica con certeza qué fue, pero pudo ser una afección en el cuerpo. Pero este mal le era permitido experimentar para que le recordara que debe mantenerse humilde, y así no se “enaltezca sobremanera” por tal experiencia en la presencia de Dios. (v. 7)
- El malestar que esta debilidad le ocasionaba a Pablo debió ser muy fuerte, tanto que Pablo le pedía a Dios que lo quitara, pero tres veces Dios le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” Dios quería que Pablo mantuviera ese «recordatorio de humildad» para guardarlo de soberbia, pero al mismo tiempo para que experimentara el poder de Dios en esa debilidad (v. 9).
- Dios le ayudaría proveyéndole de Su poder para que Pablo experimentara esa obra divina en él haciéndole espiritual y físicamente fuerte para continuar a pesar del “aguijón (en) la carne”.
- En todo esto le dice que todo lo que necesita saber es que Dios lo tiene en Su gracia (“Bástate mi gracia”), es decir, que Pablo debía aprender a vivir pensando que todo lo que sucedería estaba bajo el cuidado y el amor de Dios, que Él lo miraba con “gracia” o buena voluntad, y que, si comprendiera bien el amor de Dios, entendería que el Señor sabía lo que estaba haciendo, y que con ello le era suficiente para seguir adelante. En este concepto aprendido experimentaría el poder de Dios, y en ello Pablo halló finalmente “gozo” por su amor y confianza en “Cristo” (v. 10).
A nadie le gusta enfrentar dificultades o limitaciones, todos quisiéramos una vida fácil y sencilla, libre de males y dolores. Pero la vida no siempre es así, muchas veces vienen problemas que nos afectan, y ante los cuales vamos a Dios a pedirle que lo quite de nuestra vida. Pero no siempre obtenemos lo que quisiéramos.
Comprender que Dios sabe lo que pasa, que Él está en el control de todo, que siempre hay un propósito detrás de ello para nuestra vida, y que, si es necesario, Él mismo nos proveería de Su poder para seguir adelante es importantísimo para enfrentar los problemas con gozo y seguir sin desanimarnos.
La palabra “gracia” generalmente se la considera desde el punto de vista de algo recibido sin merecer, pero también puede traducirse como la buena voluntad o el grato aprecio que alguien tiene en favor de otro, y desde este concepto, Dios le había dicho a Pablo que debe recordar que Él le tenía con mucho aprecio, y que eso le debería bastar para saber que no le iba a quitar su aflicción, sino que lo dejaría porque tenía un propósito detrás de todo.
Cuando enfrentemos problemas, pidamos a Él que nos ayude a comprender el porqué de lo que sucede (2 Co. 12:8-9; Comp. Stg. 1:3-5), y entendiendo el propósito, aceptaremos con mayor agrado la respuesta que nos dé ante nuestra petición. En esa confianza, basado en la “gracia” de Dios, hallaremos lo que necesitaremos muchas veces para enfrentar las dificultades.
Además, el que Dios no nos solucione un problema, sino que nos ayude a seguir adelante proveyéndonos de Su poder para seguir con fuerza, es otra manifestación de Su poder en nuestro favor.
