1 Corintios 15:53-58
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
- Pablo concluye todo este grandioso capítulo 15 que habla de la resurrección indicando que al final los creyentes recibiremos un cuerpo que no será más corrompido por el pecado, y por tanto nunca será afectado por la muerte, sea que lleguen a ser resucitados después de la muerte o que sean milagrosamente transformados. (v. 53, 54)
- Al ser “sorbida” o destruida “la muerte” hallamos la “victoria” de Dios en favor de los creyentes (v. 54b; Comp. Is. 25:8). La muerte ya no existirá más porque será el último enemigo destruido por el Señor (v. 26).
- Por tanto, Pablo pregunta a la “muerte” y al “sepulcro” dónde está su soberbia de creerse incontenibles, ya que la muerte hallaba el poder en el pecado, quien por obrar poderosamente sobre el hombre le lleva a desobedecer a Dios, y así, caer en el castigo de la muerte (Ro. 6:23; Stg. 1:15), y el pecado toma poder en la ley del Dios, ya que el hombre en pecado quiere por naturaleza desobedecer a Dios, y al leer la Ley halla propósito de desobedecer (v. 56).
- La victoria es dada por Dios por medio de nuestra fe en Jesús, por eso no hay enemigo que nos atormente ni nos desaliente, por eso debemos mantenernos “firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor”porque lo que hacemos tiene recompensa eterna, “no es en vano”. (v. 58)
La enseñanza de la resurrección nos alienta a mirar hacia lo eterno. ¿Podría imaginarse una vida finita, sin esperanza de una eternidad? Que terrible sería. Lo cierto es que sí hay resurrección y sí hay eternidad, y esto nos motiva a mirar hacia lo que está por venir.
Con la resurrección se elimina todo pecado, toda corrupción, toda malicia, todo mal. Se derrota a la muerte y se da paso a una nueva vida, con nuevas condiciones de existencia, libres de mal, dolor, deterioro y muerte.
Todo lo que está por venir nos da motivos para vivir sirviendo al Señor. Todo lo que hagamos tendrá impacto eterno cuando lo hacemos bajo la voluntad de Dios, y por ello es importante vivir en función del futuro, y no solo de este presente, del cual nada llevaremos, ¡literalmente nada!
Bien lo dice J. MacArthur en su comentario: “La esperanza de la resurrección hace que todos los esfuerzos y sacrificios en la obra del Señor valgan la pena. Ninguna obra hecha en su nombre es desperdiciada a la luz de la gloria y la recompensa eterna” – (Biblia de Estudio MacArthur). Así que le animamos a meditar en lo que puede hacer para impactar la eternidad.
En primer lugar, vivamos predicando el Evangelio, sobre la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Defendamos con valor la resurrección de Cristo y alentemos a que otros busquen el perdón para que no vayan a la condenación. Vivamos santamente, reflejando lo que creemos en cuanto a Dios y a la vida eterna; y con esa mentalidad, sirvamos al Señor que es digno de nuestra adoración, mientras impactamos eternamente la vida de otros con nuestro amor, servicio y testimonio.
