1 Corintios 12:1, 4-11
“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. […] Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”
- Pablo no quiere que los creyentes “ignoréis” sobre los dones espirituales, por eso toma gran parte de esta carta para hablar sobre ellos (v. 1).
- Desde el inicio menciona que la manifestación de los dones a través de los creyentes es una obra que el Espíritu Santo realiza sobre cada uno, por ello no es algo que se expresa naturalmente ni es adquirido por el creyente de forma humana como una habilidad, sino que es una manifestación espiritual soberana por parte de Dios. (v. 4-11)
- Los dones son diversos. Cada don tiene una manifestación específica para cumplir una obra única a través del creyente y así actuar en diferentes ministerios dentro de la iglesia, y cada uno es utilizado por parte de Dios de forma singular.
- Los dones nos han sido dados para el “provecho” de la iglesia, y es por esto es necesario que cada creyente los conozca, los identifique en sí mismo, y los ponga en obra para favorecer a cada miembro del cuerpo de Cristo (v. 5).
- La lista total de todos los dones se halla en varios pasajes del N.T., y es necesario conocer sobre ellos (1 Co. 12:8-10; Ro. 12:6-8; 1 P. 4:10-11).
- Es el Espíritu Santo quien decide de forma soberana que dones recibe cada creyente, y cada uno tiene al menos un (1) don, o varios, por eso es bueno no ignorarlos.
Aunque la palabra “ignoréis” significa literalmente desconocimiento, muchas veces los creyentes en forma voluntaria “ignoran” de los dones espirituales, no por falta de entendimiento que ellos existen, sino porque no les interesa saber sobre ellos ni llegan a conocer cuáles son los dones que cada uno tiene, y ese es un acto doloso, es decir, son culpables por omisión voluntario de acto.
Es nuestra responsabilidad llegar a conocer qué dones tenemos. La palabra “don” viene del griego «carisma» que significa un don, dádiva o regalo recibido por gracia. Por tanto, esta capacidad sobrenatural de obrar para ministrar en la iglesia nos es entregada sin merecimiento propio, pero sí debe ser administrada con responsabilidad (1 P. 4:10).
Para llegar a conocer sobre los dones que tenemos debemos saber qué es lo que hace cada uno de ellos, mirar si en nuestra vida ellos se manifiestan o buscar a personas maduras en la iglesia que nos ayuden a identificar esos dones, y ponerlos en obra para reconocerlos y desarrollarlos. No olvidemos que son manifestaciones del Espíritu Santo a través de nosotros para provecho de la iglesia, por eso debemos administrarlos con responsabilidad y no ignorarlos.
