El regalo de la libertad y la vida

Haga clic en la imagen para que pueda ver el video de la lección

Romanos 6:17-23

“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.  Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Ser esclavo de alguien y destinado a muerte sin posibilidades nuestras de librarnos de ello es ya terrible como idea, pero el estar realmente esclavo y destinados a la muerte eterna y no saber que lo estamos es aún peor. Vivir una condición horrenda y sin saberlo es realmente dramático.

La verdad es que antes de que venga Cristo a morir por nuestros pecados, el hombre vivía bajo la esclavitud del pecado, entregados a ello desde el día que nacemos (Sal. 51:5; Ro. 3:23; 5:12). Pero como nacemos bajo esa condición no lo sabemos. Necesitamos de alguien quien nos diga que somos esclavos, y solo Dios nos lo puede dar a conocer (Jn. 16:8). Además, la esclavitud nos mantenía en una muerte espiritual en vida, y destinados a una muerte física de cuerpo para que después enfrentemos la muerte o separación eterna, o lo que conocemos mejor como la condenación o el infierno (Ef. 2:1; Ro. 3:23; 6:23). ¡Sólo Jesucristo podía librarnos de estas dos terribles condiciones!

En primer lugar, Jesús tenía que librarnos del pecado. Su muerte en la cruz nos brinda el pago necesario para la libertad. Su pago fue hecho con Su sangre, porque “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (He. 9:12-14, 22). El mismo Jesús nos dice que nadie más que Él nos puede ofrecer la libertad (Jn. 8:31-36).

En segundo lugar, Jesús tenía que brindarnos vida eterna. Con su muerte Jesucristo estaba pagando el salario o el pago de nuestro pecado. Todos debemos pagar con muerte por nuestro pecado, pero el pago más cruento no es la muerte física, sino la muerte eterna. Y Jesucristo al resucitar nos demostró que en Él está el poder sobre la vida (Jn. 10:17-18), y por tanto Él nos puede dar vida, y vida en abundancia (Jn. 10:10, 27-28). Y la muerte eterna como consecuencia por nuestro pecado tampoco lo enfrentamos, porque al pagar Él por nuestro pecado, nuestro castigo ya no existe, pues ya lo tomó en Sí mismo. Ahora por fe somos perdonados y sin condenación (Ro. 8:1).

Todo esto fue dado como regalo. La palabra “dádiva” significa un don o regalo dado de gracia, es decir, sin merecimiento. Nuestros pecados nos hacían merecedores de la “muerte”, pero el regalo del perdón y la “vida eterna” es una gracia que Dios ofrece sin merecerlo, solamente otorgado por medio de la fe en “Cristo Jesús Señor nuestro” (v. 23).

Generosamente y de una forma extravagante, Dios nos otorga el regalo de la libertad y de la vida eterna por medio de nuestra fe en su Hijo Jesús. Él es nuestro libertador y dador de vida. Reciba por fe ese regalo maravilloso, y de gracias a Dios por tan inmensa “dadiva”.

Publicado por Ministerio UMCD - Lengua de Señas

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: