1 Corintios 8:1-3
“En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.”
- Pablo va a introducir una enseñanza sobre la participación de los alimentos sacrificados a los ídolos, tema que abordaremos en nuestra siguiente enseñanza. Pero antes de introducir ese tema, inicia mencionando que “el conocimiento envanece, pero el amor edifica”.
- Pablo menciona que todos conocían ya la diferencia entre Dios y los ídolos, y lo que representaba sacrificar alimentos a los ídolos.
- Les recuerda también que aún han llegado al conocimiento pleno, que su conocimiento es limitado (1 Co. 8:2).
- También les recuerda que el Único que sabe todo es Dios, y Él conoce a quienes le han llegado a conocer y amarle, y quienes no.
- No quiere decir que no identifica a los demás, sino que la expresión “conocido por él” hace referencia a una relación personal de cada creyente basada en el conocimiento de la verdad de Dios por parte del hombre a través de Cristo, y su relación con Él. Pues Su Hijo es el medio o “camino” para el conocimiento de Dios (Mt. 11:27; Jn. 1:18; 10:14-15; 14:6).
- Pero aclara que ese conocimiento de Dios puede llevar a la persona al envanecimiento cuando ello no es usado apropiadamente. Lo único que puede ayudar en la edificación de los demás creyentes es actuar con conocimiento y amor, no solo “gnosis”.
El problema en la iglesia en Corinto era que muchos creyentes que ya tenían tiempo asistiendo a la iglesia no estaban actuando con “amor” en favor de aquel creyente “débil” quien, sin conocer las diferencias, se sentía agraviado por el acto irresponsable, vano y sin amor de aquel creyente que con “conocimiento” tenía cuando comía de alimentos dados a los ídolos (1 Co. 8:7-11).
El principio del amor nos enseña que cada persona debe actuar en consideración al hermano, no mirando su propio bienestar, sino el de los demás (Ro. 14:15). Además, un conocimiento sincero y puro de Dios debe transformarnos a actuar con humildad, mirando con sencillez la debilidad de los demás y considerándolos como más valioso que uno (Fil. 2:3-5).
Santiago nos dice que la persona sabia y entendida debe mostrar por su comportamiento un uso apropiado de ese conocimiento. Una persona que conoce bien a Dios no actuaría con “contención”, sino, de una manera “pura, … pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg. 3:13-18).
No permitamos que nuestro conocimiento de Dios nos envanezca. Miremos como actuamos con relación al comportamiento de otros, y veamos si solamente actuamos con verdad y sin amor. Si esto está ocurriendo, entonces ese conocimiento no nos está edificando a nosotros mismos, y no edificará a los demás. Pero, si con amor utilizamos lo que sabemos de Dios, ese conocimiento va a ser provechoso para todos.
