1 Corintios 6:1-2, 7-11
“¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? […] Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos. ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
- Todo el tiempo Pablo ha venido explicando que la salvación del hombre no depende en nada por sus propio méritos y obra, sino que se basa en la obra de Cristo y nuestra fe en ello. Pero una fe que nos lleva al convencimiento pleno de esta verdad, no un simple conocimiento. Es una confianza que se transforma en una esperanza.
- En los primeros versículos del capítulo seis, Pablo menciona a los “santos” y “creyentes” y a los “injustos”, refiriéndose a los creyentes y no creyentes respectivamente. Una persona no es declarada santa ni es hecha salva por obras, sino por haber creído e invocado el nombre del Señor Jesús. (1 Co. 1:2; Ro. 10:9-13)
- En los siguientes versículos de este pasaje vemos que Pablo les pide a los “santos” en Corinto que no lleven a los “hermanos” ante los “injustos” (creyentes hacia los no creyentes) para solucionar los problemas; sino que se solucione todo entre ellos mismos (1 Co. 6:1-9).
- El apóstol les dice que los “injustos” no heredaran el cielo, y menciona una lista amplia de los pecados de los injustos, pero no una lista completa. Solo menciona varios de ellos.
- Termina en el versículo 11 aclarando que “algunos” de ellos eran injustos, pero ya han sido lavados, santificados, justificados no por haber dejado de pecar, sino “en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”, o sea, “en Cristo” (1 Co. 6:11). La aclaración es puesta en un pasado perfecto, para diferenciar que no es una declaración basada en la vida práctica sino en una declaración posicional obtenida por fe.
- Tengamos presentes que Pablo les está llamando la atención por medio de esta carta a causa de una serie de pecados presentes en la iglesia, pero en todo el tiempo les llama santos, hermanos, justos, porque la salvación está fundamentada “en Cristo”. (1 Co. 3:11)
Para poder caminar con certeza se requiere de caminar en terreno firme, y esa certeza solo la puede dar la Palabra de Dios. En las Escrituras, la declaración de nuestra salvación siempre se basa en la obra de Cristo, no en las obras del hombre. La obtención de esa seguridad es dada por la fe y no por obras.
Martín Lutero halló paz a su corazón cuando encontró en la fe la declaración de la justificación, y en base a ello, y no a las indulgencias, que enseñó sobre el camino de la salvación, e inició la reforma. (Ro. 1:17; Gá. 3:11)
¿Y usted, en dónde basa su esperanza de justificación y salvación? ¿Sigue esperando llegar al cielo por su propia capacidad o ya puso su fe en Cristo?
