Nehemías 6:12-16
“Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado. Porque fue sobornado para hacerme temer así, y que pecase, y les sirviera de mal nombre con que fuera yo infamado. Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate de Noadías profetisa, y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo. Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.”
- Cincuenta y dos días habían pasado desde el día que Nehemías había alentado al pueblo a levantar los muros y cerrar las puertas, hasta que toda la obra se completó. (Neh. 2:18; 6:15)
- Durante todos esos días el pueblo enfrentó el escarnio, el amedrantamiento, y los ataques de sus enemigos; mientras que internamente batallaron con el hambre, el cansancio, el desánimo y los problemas económicos.
- Nehemías despreció toda provocación y engaño, y buscando a Dios halló fuerzas para él y el pueblo. Dios lo había hecho, los muros quedaron reconstruidos y las puertas cerradas.
- Ya nadie atacaría libremente la ciudad, ahora había como defenderse y estar seguros. Todos lo vieron, el pueblo luchó hasta el final y Dios les había ayudado.
- Para los enemigos, el triunfo de Jerusalén fue motivo de asombro, temor, humillación y derrota.
- Para los habitantes de Jerusalén fue motivo de victoria, agradecimiento y alabanza a Dios.
- Para Dios, todo esto fue una demostración de Su poder y buena voluntad en favor de Su pueblo.
Cuando Dios va a hacer algo, siempre lo hará para Su gloria. Dios es Todopoderoso. Su buena voluntad en favor del pueblo de Jerusalén fue una demostración de Su misericordia y fidelidad a su amada Sion.
Nosotros también podemos recordar que, mientras Él está de nuestro lado para ayudarnos a reconstruir nuestras vidas, siempre tendremos la victoria aguardándonos. Dios está siempre presto para ayudarnos a levantar del polvo cualquier vida que haya sido destruida por el pecado. El Señor se especializa en reconstrucciones. (Jer. 18:1-9)
Así como Nehemías, la dependencia de Dios va a ser nuestra clave para lograr reconstruir nuestras vidas. La oración y la guía de Dios fueron claves para la victoria en Jerusalén, y esa misma victoria puede ser nuestra.
El Señor nos ayudará a conseguir restablecer todo en nuestras vidas si confiamos en Él y lo buscamos. Cuando Él obre ayudándonos, Él será glorificado, nosotros estaremos agradecidos, y nuestros enemigos serán humillados y derrotados. ¡Del Señor será la victoria!
