Job 1:17-22
“Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia. Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia. Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.”
Si hay alguien quien pudiera entender muchos de los sentimientos encontrados en los que se halla la sociedad de hoy ante tantas calamidades que han venido a causa de la pandemia en este 2020, esa persona es Job.
Job es uno de los más antiguos personajes relatados en la Biblia, y su historia puede reflejarse fácilmente en la vida de muchos hoy en día. Perdió su trabajo, perdió a los compañeros de trabajo, perdió a diez hijos en un accidente en la casa del hijo mayor (Job 1:13-19), y, por si fuera poco, perdió su salud a causa de una “sarna maligna” que le afectó todo el cuerpo por un gran tiempo (Job 2:7, 8).
A causa de ello, su esposa no pudo controlar su desesperación y frustración, y le reprendió a Job por mantener la fe en Dios; hasta su fe fue cuestionada (Job 2:9). Sus amigos vinieron y cuestionaron su justicia, y calumniaron a Job, afirmando que todo lo que pasaba era a causa de una vida impía de Job.
Job pasó un buen tiempo tratando de entender lo que estaba pasando, pero no encontraba respuestas del Señor, pero a pesar de eso, seguía mirando al cielo, pues sabía que solo Dios tenía las respuestas a todo. Nunca dudó, siempre confió en Dios (Job 12:9-15), y esperaba en Él (Job 19:25-27). Perdió casi todo, menos su fe.
Que las palabras de Job nos ayuden a mirar con esperanza el año que viene: “… Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”, “… ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?…”, y “Yo sé que mi Redentor vive…” (Job 1:21; 2:10; 19:25)
