Marcos 11:12-14
“Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.”
- Era lunes, y el Señor estaba yendo a Jerusalén y se encuentra en el camino con una higuera sin frutos, aunque tenía hojas.
- Por la frase “no era tiempo de higos” (v. 13) reconocemos que esta época era inusual para obtener frutos, pero también era inusual que tenga hojas, porque el tiempo de producción era en julio, y estamos en mediados de marzo o principios de abril.
- La razón de la atención que da Jesús a la falta de frutos es que normalmente una planta de higos en Israel tenía frutos y hojas al mismo tiempo, y al solamente tener hojas sí manifestó su infructuosa apariencia.
La referencia que daba Jesús a la falta de frutos de la higuera estaba relacionada con Israel. El pueblo estaba viviendo una vida sin frutos al ir tras una religión que había dejado por completo el seguirle a Él. Por medio de tradiciones humanas sin fundamento bíblico y sin un corazón sincero de adoración a Dios, ellos habían forjado una religión sin sentido espiritual verdadero.
Jesús utilizó la higuera para dejarnos una enseñanza personal importante. Hay muchas religiones en el mundo, muchas creencias vacías y sin fruto espiritual. Y aunque muchas de ellas proclamen que están siguiendo y sirviendo a un dios real, lo único que están haciendo es envolviendo a las personas a una vida espiritual que no tiene transformación verdadera ante Dios.
Los muchos ritos religiosos no van a cambiar espiritualmente a una persona hasta que esa persona no cambie su “relación” con el verdadero Dios. La Biblia nos dice que todo hombre nace espiritualmente muerto y sin relación personal con Dios (Ef. 2:1-3). La necesidad de un nacimiento espiritual no se obtiene bajo las condiciones de una religiosidad, solamente bajo el cambio a una relación con Dios por medio de la fe en Jesús.
Nacer de nuevo, como lo dijo Jesús a Nicodemo (Juan 3:1-12), es el cambio espiritual que solo Dios puede hacer por medio del Espíritu Santo cuando una persona pone su fe en Jesús. El pecado nos ha traído la muerte espiritual, y el momento que una persona pone su fe en Cristo, ese momento nace a una vida espiritual donde su relación con Dios pasa de hijo de ira a hijo de Dios; de ajenos a la ciudadanía del cielo a ciudadanos del cielo; de condenados a salvos; de muertos a vivos espirituales.
La religiosidad no salva al hombre, como muchos lo creen y enseñan, es la relación con Cristo lo que salva al hombre, y es ahí donde puede manifestarse los frutos de la nueva naturaleza, la espiritual.
Jesús condenaba a Israel porque vivían en una religión vacía mientras lo rechazaban a Él como Dios y Mesías, y ello los condenaba.
¿Y usted, sigue a Dios por medio de Cristo o sigue a Dios por medio de una religión? Aún dentro del cristianismo hay personas que nunca han nacido de nuevo, y aún ellos están todavía condenados a una vida sin una relación con el Eterno Dios.
