Marcos 11:4-11
“Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.”
- Los dos discípulos siguieron las instrucciones del Señor y hallaron al pollino que nunca había sido montado (Mr. 11:2), esto era importante porque los judíos lo consideraban adecuado para propósitos sagrados (Comp. Nm. 19:2; Dt. 21:3).
- Los mantos que se ponían delante de Jesús en la medida que ingresaban daban entendimiento que ellos lo reconocían como un «Rey”, el “Hijo de David” esperado. (Jn. 12:13; Mt. 21:9)
- La entrada tuvo un gran impacto en ese día porque las ramas simbolizaban alegría mientras que se clamaba “¡Hosanna!” que quiere decir ‘sálvanos hoy’, es un clamor de salvación que después representó un clamor de júbilo. (Sal. 118:24-29)
- Todo esto aconteció para cumplimiento de la profecía de Zacarías, quién indicó que el Mesías llegaría a visitar Jerusalén montado en un pollino (Zac. 9:9).
El pueblo se regocijó al verlo entrar, habían pasado más de tres años desde que inició Su ministerio con el bautismo y sus primeros milagros. Muchos habían sido testigos de Sus increíbles obras y enseñanzas. Lo clamaban como el Rey que podía liberarlos, pero talvez esperaban una liberación de la opresión romana, antes que una restauración espiritual.
La entrada del Rey Jesús fue en términos de paz y no que guerra. La liberación que traía no era militar ni política, sino espiritual. Su propósito era de derrotar a la muerte y al pecado y no al gobierno tirano de Roma. Su bienvenida jubilosa terminaría con el rechazo y el oprobio que recibiría unos días posteriores. Todo esto fue profetizado y se estaba dando cumplimiento a lo dicho por el Señor. Él si traía salvación, pero era la salvación de la condenación.
Muchos hoy en día reflejamos el mismo comportamiento que el pueblo judío tuvo al ver a Jesús entrar. Queremos la liberación de nuestras opresiones temporales, pero no de nuestra alma; muchos lo claman como Rey, pero en su corazón rechazan Su autoridad; muchos decimos que creemos en Él, pero en verdad no lo reconocen debidamente.
¿Y usted, cómo lo mira? ¿Ya lo conoce como su Salvador y lo adora como su Rey?
Jesús quiere entrar en la vida de cada uno para darnos paz por medio de la reconciliación que ofrece al depositar nuestra fe en Su obra de redención (Ro. 5:1; Col. 1:19-23), Jesús quiere darnos perdón y vida eterna si ponemos nuestra fe en Él ¿Por qué no clama “Hosanna” hoy?
