Marcos 10:32-34
“Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.”
- Es la tercera vez que se menciona en este Evangelio que Jesucristo les habla sobre su muerte, sepultura y resurrección. (Mr. 8:31; 9:31)
- En este pasaje describe más la humillación que sufriría: Escarnecimiento, azotes, vejado, y dado muerte. (Mr. 10:34)
- Lo que más llama su atención es ver que los discípulos se asombraron por la determinación que tenía de cumplir la voluntad de Dios a pesar de lo que sucedería.
- Tal fue la determinación que produjo miedo por la seguridad que manifestaba.
En uno de los pasajes de Lucas, leemos que el Señor Jesucristo “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lc. 9:51), dándonos más detalles de la evidente convicción que tenía de ir a Jerusalén para cumplir con la tarea que Su Padre le había encomendado.
Ahora, piense usted, ¿cómo reaccionaría si escuchara de parte de un amigo que pronto estaría llegando su tiempo de morir, y que no quería huir de la oportunidad de llegar a la cruz? Creo que todos nosotros nos quedaríamos abrumados con ese comentario, y al ver esa determinación y valor nos causaría desconcierto, porque creeríamos que algo estaba mal en la mente de nuestro amigo, ya que nos son pensamientos que un ser humano en su cabal tendría.
Pero recordemos que Jesús tenía claro todo lo que estaba por suceder, pero también sabía cual sería el final de este sacrificio, sería de victoria y gloria.
Jesús, como nos dice el pasaje en Hebreos, “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (He. 12:2). Él entendía que este sufrimiento tenía un propósito, por eso acepto gozosamente el sufrimiento. Su sacrificio nos brinda ahora la posibilidad de salvación.
Esto nos lleva a reflexionar en nuestras propias vidas: ¿Con qué determinación nosotros nos comprometemos para hacer la voluntad de Dios a pesar del costo? ¿Cómo ven otros nuestra obediencia al Señor?
Este pasaje nos deja dos enseñanzas importantes: 1) Debemos dar gracias al Señor por esa determinación que tuvo de llegar a la cruz. 2) Aprendamos de ese impactante ejemplo para comprometernos a cumplir la voluntad de Dios de nuestras vidas con determinación.
